jueves, 4 de noviembre de 2010

Breve descripción de las motivaciones de este proyecto

Los procesos migratorios son una de las múltiples formas en que se establecen nuevos contactos entre grupos socioculturales diferenciados. Las sociedades son cada vez más complejas y heterogéneas, caracterizadas precisamente por una diversidad amplia y presente en la realidad cotidiana.


Las culturas no son cerradas y homogéneas, sino que se configuran en contacto permanente con otras culturas. Toda identidad social y cultural está conformada por múltiples pertenencias y diferencias. La pluralidad es inherente y característica de toda sociedad, tenga o no población de distintas tradiciones culturales. Las diferencias, por tanto, no las traen únicamente quienes  pertenecen  a  otras  culturas  distintas  a  la  nuestra,  sino  que  ninguna  sociedad  es totalmente uniforme. De hecho, es necesario descartar la idea de que las migraciones han creado esta pluralidad o que la diversidad se reduce solamente a la diversidad de origen.


Es importante recordar también como no sólo las diferencias culturales forman parte de una misma sociedad, sino que toda sociedad está articulada sobre diferencias de clase, de género, de sexualidad, etc. La diversidad cultural es sólo una parte de la pluralidad constitutiva de toda sociedad. En las grandes ciudades actualmente conviven continuamente personas con características muy variadas: de idioma, de origen, de ocupación, de edad y generación.


La diversidad cultural se manifiesta por la variedad de lenguajes, de creencias religiosas, de manejo de herramientas, en la comida y en la dieta, en la música, en la estructura social, en la concepción de la belleza y en un sinfín de aspectos de la sociedad.


Es esta diversidad de las contribuciones de los distintos pueblos la que constituye la riqueza para todos los seres humanos y hace ver que no hay una única solución ante una situación concreta: permite conocer otros puntos de vista, optar  y pensar  en  distintas  posibilidades. De la misma manera, posibilita abordar la mejora de la vida en común y concede una oportunidad a nuevas perspectivas y posibilidades que permiten  acercarse a los  valores de las sociedades desde el cuestionamiento.

“La diversidad cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. Esta diversidad es un componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible”[1].

Sin embargo, “la cultura es la gran olvidada de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, deploró el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura, antes de agregar que “en un mundo como el de nuestros días, sujeto a mutaciones culturales de toda suerte, es apremiante acompañar los cambios y velar por que no generen más vulnerabilidad en quienes están ya mal pertrechados para afrontarlos. La diversidad sería una dificultad, un problema, si pensáramos en culturas cerradas, estáticas, homogéneas. Pero esta visión de lo cultural es irreal y cargada de prejuicios"[2]. Las sociedades, y las culturas que generan esas sociedades, están influenciadas por el contacto con otras, y es en este contacto como las propias culturas se van creando.

Si se aplica esta visión a las personas se verá como la diversidad es evolución y las diferencias no sólo están en otros colectivos que son calificados como extranjeros o inmigrantes, sino que lo diferente conforma el seno de cada cultura, construye una propia identidad, tanto individual como colectivamente.

Por esto, resulta importante reafirmar que “la diversidad cultural refleja la multiplicidad e interacción de las culturas que coexisten en el mundo y que, por ende, forman parte del patrimonio común de la humanidad. Implica, por un lado, la preservación y promoción de culturas existentes y, por otro, la apertura a otras culturas”[3]. 

En este mismo sentido se formulan diez recomendaciones en el Informe Mundial de la UNESCO 2009 sobre la manera de invertir en la diversidad cultural, donde se propone, entre otras cosas, la creación de “un Observatorio Mundial de las repercusiones de la mundialización (sic) en la diversidad cultural”, el establecimiento de “un mecanismo nacional de seguimiento de los aspectos de las políticas públicas relacionadas con la diversidad cultural” y la aplicación de “políticas lingüísticas nacionales para salvaguardar la diversidad lingüística y promover el plurilingüismo a la vez”[4].

Asimismo, el informe propone la adopción de nuevas estrategias para facilitar el diálogo intercultural, mejorar la pertinencia de los contenidos de la educación, contrarrestar la difusión de estereotipos en los medios de comunicación e información y propiciar los intercambios de producciones artísticas y la circulación de los artistas. 

Por todo esto resulta de gran importancia volver la mirada sobre aquello que manifestó Gilberto Gil, ex ministro de Cultura de Brasil, al participar de la conferencia sobre “hegemonía y diversidad” en el Foro Cultural Mundial de 2006: “la lucha por la pluralidad y por la diversidad cultural debe ser la bandera de todos los ciudadanos, de todas las partes del mundo, única forma de preservar la soberanía y la dignidad de cada población. Cultura es libertad, ruptura e innovación, mas también es regulación y tradición”[5].

De acuerdo con lo anterior, para el planteamiento de este proyecto hemos considerado a Barcelona como una ciudad conectada por redes y relaciones reales y virtuales establecidas entre todos aquellos que somos sus habitantes y ciudadanos, es decir tanto las comunidades de acogida como las comunidades que con el tiempo han ido llegando. Todas estas personas ponemos a circular por todo este entramado nuestras culturas, mentalidades, valores éticos y estéticos… y es en un diálogo alimentado desde la base de los habitantes de la ciudad que se puede construir un proyecto compartido de ciudad.

Para lo anterior es básico  fomentar, desarrollar y consolidar un DIÁLOGO INTERCULTURAL entre los habitantes de esta ciudad, como camino más optimo y participativo en la visión de construir una CIUDAD INTERCULTURAL,  incluyente e integradora que permita la cohesión social, el desarrollo de la ciudad y la convivencia.

Sólo una ciudad intercultural garantiza la igualdad de derechos, deberes y de oportunidades sociales de sus habitantes, en la medida que permite la integración de los y las ciudadanas, incrementando las relaciones de confianza, de reconocimiento mutuo, de debate, de aprendizaje, intercambio, regularización pacifica de los conflictos.

EL DIALOGO INTERCULTURAL permite el dialogo de lo diverso, de lo igual, lo parecido y lo diferente. En este sentido es un gran acierto de los representantes de gobierno relacionados con el tema, tomar  la diversidad no solo como un criterio político sino como un hecho definitorio en su política, convirtiendo la diversidad en un hecho gestionable que contribuye a la construcción de un  contexto común compartido y de un espacio público  en el que todas las expresiones culturales puedan tener las mismas oportunidades de expresión.

EL DIALOGO INTERCULTURAL al final es una estrategia que nos permite tener acciones conjuntas dentro de un marco de compromiso para generar una cultura de la  diversidad, inspiradora e innovadora de una vivencia conjunta en un contexto de cohesión dentro de unos valores de OTREDAD (reconocimiento del otro), DEL PLURALISMO Y DE LA DIFERENCIA.



[1] Página web UNESCO: http://portal.unesco.org/culture/es

[2] Comunicado de prensa de la UNESCO No. 2009-127. Fuente: UNESCOPRENSA. 20-10-2009

[3] Página web Red Internacional de Políticas Culturales: http://www.incp-ripc.org

[4] Informe Mundial de la UNESCO: Invertir en la diversidad cultural y el diálogo intercultural. 20/10/2009.

[5] Página web Fórum Cultural Mundial: http://www.forumculturalmundial.com




No hay comentarios:

Publicar un comentario